30 – 11 – 23
Fuimos de compras por Flores. Además de las necesidades gastamos más de 20.000 pesos en golosinas. Regalos y antojos. La chica que viene a limpiar nos cobra 10.000 y está más de cinco horas los viernes. Hay que gastar pesos porque no valen nada y valdrán menos aún, muy pronto.
Visitamos a una pintora pariente que vive en Recoleta.
Como nosotros, no gusta del irreal ganancioso del balotaje. Tuvimos un amistoso
desacuerdo respecto a Cuba, nada trascendente. En tiempos pasados la hubiera
mandado a la concha de su madre. Nada de esos enojos servirían ahora porque
vivimos épocas en que debemos contenemos ya que como advirtió el que te dije aquel
lejano primero de mayo del 74, vienen “días difíciles”. Asombra la simplicidad
de personas educadas, artistas, profesores, gente así. Personas
unidimensionales que no entienden de coyunturas.
Volvimos en un micro ya frecuentado, el 132. Como era
de noche, en dos patadas estuvimos en casa. Todavía pienso que tienen un largo
camino por delante – los micros – en cuanto al tema suspensión.
Con el Pantoprazol 40mg, una cucharada de bicarbonato y
unas mascaditas de chicles Adams logré después de la pizza y un par de vinos mantener
la acidez a raya y dormir casi como un angelito.
Que se haya muerto Kissinger el día anterior se me
importa un carajo.