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El sueño de Linda Hamilton continúa. La gente en el
subte y la calle en general se mantienen como si no hubiese pasado mucho. Nadie
festeja; nadie reclama. El silencio abruma. Los que se oponen al nuevo
presidente auguran tempestades. Nada en el ambiente, sin embargo, predice que
la que se viene va a ser catastrófica. Para que en algo influyan las protestas
tienen que ser masivas, dijo el Perro Verbitsky. No se sabe cuán grandes o
pequeñas serán sino es por arte de adivinación, por estadísticas históricas o
por tratar de interpretar el ánimo de la población. Las tres, imprecisas. Y
estos hijos de puta las estudian todas, nos tienen medidos. Va a ser difícil.
Cena de despedidas con los más íntimos. Esta parte de
la familia dice que se las puede bancar. Quién sabe. Aunque se la banquen inquieren
con poco convencimiento sobre posibilidades laborales en Canadá.