27 – 11 – 23


Como el vino fue escaso en lo de la sobrina, una vez en casa le dimos a la cerveza y comimos porquerías riquísimas que me liquidaron. La pareja como si nada, yo en cambio no pude dormir pese al agotamiento. Eso se tradujo en un 27 perdido entre el cansancio, las náuseas y la jaqueca. No poder leer nada consistente, entredormirse fue la regla, padecer acidez, estreñimiento y otras basuras que ocurren cuando uno no se cuida a cierta altura de la vida.

Para colmo el domingo anterior ganó el infame y recién ahora uno termina de caer. Detesto más al expresidente que lo corteja. Ojalá se muera pronto. El presidente electo también, y su hermana. Recién a la noche pude leer las primeras páginas del primer tomo de los trece de la Historia argentina de José María Rosa. Me pregunto quién ha de ser el peregrino conciudadano que leerá a José María Rosa hoy. Alcancé a pescar algo de los primeros habitantes de las pampas, un tal hombre de Chapadmalal durante el Cuaternario superior. Rosa dice que se basa en defectuosos estudios de Florentino Ameghino. Enseguida lo abandoné, adormecido. Me gustaría leer los diez tomos, pero en el paraíso, cuando el tiempo ya no sea determinante.

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