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Diario

19 – 01 – 13

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Alivio del alma de vuelta en casa. Un tristeza tenue y gris, como cuando culmina algo arduo pero emocionante, se me posa en el medio del estómago. Hogar.  

18 - 12 - 23

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Salí al mediodía de Buenos Aires a New York. No llegué a tiempo al vuelo para Toronto. Delta me paga un hotelucho de mala muerte cerca del JFK. Duermo bien, aunque poco y ni noto haberme hospedado en la gran manzana. Mejor no digo nada respecto a malas suertes y viajes. Más bien echo la culpa a malas condiciones generales para cualquier clase de viajeros en los días que corren. Calculo que no volveré a volar por Delta, aerolínea ordinaria e ineficiente ni pisaré de nuevo Estados Unidos en tránsito hacia ningún lado. Yanquis agrandados, feos e imbéciles.

17 - 01 - 23

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Me despiertan ruidos de tormenta y terremotos a las tres de la mañana y no se deben a las medidas del nuevo presidente. Ocurre algo parecido a un huracán. Pido ayuda divina y me arrepiento al instante. No es justo, con todas las puteadas que le echo. Me cuesta dormirme de nuevo. Me despierto recién a las nueve para justo escuchar la nota de Verbitsky de El Cohete a la Luna . ¿Para eso vine a la Argentina? Si al Perro lo puedo escuchar en cualquier lado. Estamos globalizados y lo mismo da hallarse donde sea. En mi caso a partir de mañana al mediodía convenientemente a resguardo de los embates y arremetidas del presidente argentino; fucking asshole . Preparo la valija y llamo al remís del barrio que, espero, no sea el mismo conspiracionista del jueves pasado. Si es él, tendré que inventarme alguna historia. A la tarde me informan desde Toronto que mi vuelo de regreso se ha cancelado. Puta madre. Salgo mañana, hopefully . Debe haber sido por el temporal. Una buena: en la tele mues...

16 - 01 - 23

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Cuento la guita en pesos que me queda. Cuando vuelva, si vuelvo, no valdrá un sorete, por lo cual necesito gastarla. Antes de ir a Hernández, había visto en Losada, Argirópolis y El juguete rabioso en oferta, así que ahí me fui a adquirirlos. Agregué El amor brujo y Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Naufragios , editado por Fontamara, me pareció muy bien un montón de años atrás, por lo que agenciarme la segunda y última de sus obras era lo lógico. Otra vez, satisfecho. Noto también que he comprado mucho menos libros que en años anteriores. Quizá esté madurando. A la tarde trato de mirar por la tele la final entre Platense y Rosario Central; deseé de todo corazón que ganara Central solo para que Palermo no presionase las elecciones en Boca en favor del gato. Con más pasión que con Argentino en Mendoza, se me dio. Ganó Central. Como no me banco partidos enteros traté de seguir adelante con Los montoneros del centro pero no avancé mucho. Todavía no llegué ni a la mitad. Me al...

15 - 12 - 23

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En la mañana escribí, según mi estimación, la última carta institucional de recomendación de mi carrera como profesor universitario. Luego me fui a Hernández a comprar libros de María Moreno, María Teresa Andruetto y Gabriela Cabezón Cámara que juzgué imprescindibles. No es que los tuve que comprar ni nadie me los regaló: los elegí; gran satisfacción. Pienso en el subte de vuelta que la única actividad cultural o similar que hice en el mes fue asistir a la presentación del libro de Pacheco, con la presencia de Eduardo Rinesi, en la que mi pareja y yo fuimos los únicos espectadores. Poco, muy poco, aunque mejor no lamentarse y planear mejor la próxima visita. Como aconsejaba el Negro Ábalo, es cuestión de organización.

14 – 12 – 13

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Como la realeza no viajamos juntos. Nos tomamos un remís del barrio de Caballito a Ezeiza. El conductor, un antivacunas, medio cana, guardavidas y adscripto a teorías de la conspiración que seguro que votó al nuevo presidente. Sin embargo tuvo la prudencia de no decirlo. Como le tuvimos miedo le dimos poca información y el tipo terminó deseándonos buen viaje a los dos, cuando la que viajaba era solo mi pareja. No quería decirle que yo iba a necesitar el servicio de nuevo el domingo. Ya me las arreglaré. Además quería volverme en micro para ahorrar unos pesos y mirar un poco Buenos Aires sin que nadie me dé conversación. Pagué con la Sube y el viaje junto a secos y miserables que no pueden o no quieren gastar hasta Plaza de Mayo duró una hora. Lamenté que la mayoría de los barrios que atravesamos no tuvieran carteles indicadores de cómo se llamaban. Recién me percaté de algún lugar conocido cuando llegamos a Constitución y después encaramos por la 9 de julio. El micro andaba desbocado...

13 - 12 - 23

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El sueño de Linda Hamilton continúa. La gente en el subte y la calle en general se mantienen como si no hubiese pasado mucho. Nadie festeja; nadie reclama. El silencio abruma. Los que se oponen al nuevo presidente auguran tempestades. Nada en el ambiente, sin embargo, predice que la que se viene va a ser catastrófica. Para que en algo influyan las protestas tienen que ser masivas, dijo el Perro Verbitsky. No se sabe cuán grandes o pequeñas serán sino es por arte de adivinación, por estadísticas históricas o por tratar de interpretar el ánimo de la población. Las tres, imprecisas. Y estos hijos de puta las estudian todas, nos tienen medidos. Va a ser difícil. Cena de despedidas con los más íntimos. Esta parte de la familia dice que se las puede bancar. Quién sabe. Aunque se la banquen inquieren con poco convencimiento sobre posibilidades laborales en Canadá.